El barrio de Nervión es el nexo que nos une a Machuca y a mí. Eso, y una amistad facebookera por culpa de unos paraguas perdidos.
Quería saber más del escritor vehemente (según sus palabras), con el que a veces coincido en su camino a la farmacia o mientras pasea a Coke en su parque de la Buhaira.
En esos encuentros fortuitos, la falta de tiempo obliga a dejar conversaciones inconclusas. A mi pregunta de si Tres muertos era autobiográfica, me contestó que eso no era lo que importaba de su novela. ¿Cómo que no? No sé si su respuesta fue por pudor(que lo dudo), o por el agravio que le supone pensar, que lectores como yo, nos quedemos en la mera anécdota y no sepamos leer entre líneas la profundidad de su pluma(también lo dudo). El cuestionarme todo, no es más que las inseguridades que me acompañan. Pues claro que soy capaz de sentir como míos el dolor de la soledad, la compasión, la impotencia de no encontrar sentido a preguntas cuyas respuestas están ya enterradas bajo tierra, la aceptación de lo que somos, la superación para romper barreras y, en ocasiones, el tener que resignarse (que no conformarse) con lo que nos ha tocado vivir debido a decisiones equivocadas. Sus letras son como hormigas voladoras que dan alas a todo eso, pero también a la muerte del resentimiento, a la verdad sin filtros, al reconocimiento de nuestros errores y, por ende, a la expiación de los pecados incluso sin un dios que nos absuelva. Qué privilegio el oficio de escribir; poder, gracias a las palabras, exorcizar la frustración que nos impide ser libres y el rencor encallado que lo emponzoña todo.

Digo, que claro que me importa que sea una novela autobiográfica. Porque es esa idea poderosa de adentrarnos en sus recuerdos, la que crea una conexión animal ?entre lector y autor? que nos hace formar parte de su historia. Él dice, que vemos con los ojos de nuestro pasado. Así que leyéndolo, quizá consigamos (quienes lo conocemos poco) descifrar algo más de lo que se esconde tras la mirada con mascarilla del hombre tranquilo.

Da igual que yo no tenga recursos suficientes para escribir una reseña a la altura de su novela; forma parte de mis «quereres y no poderes». Para eso ya están otros, que lo hacen con mucha más lucidez de lo que yo, ni en mis mejores sueños, pudiera atreverme. Aunque, como pensó él tantas veces cuando se aventuró a hacer algo en lo que nadie creía, ¿y por qué no?.
Solo decir, que cuando conectas con lo que lees, consigues desdoblarte para llegar a ser cada uno de los personajes que habita entre las páginas de un libro. Una doble vida que transcurre en otro lugar lejos del tuyo (o a veces no tanto) . Y esto es lo que sucede en Tres muertos. Lo consigue desde la primera página, con una carta muy personal que el autor dirige a su familia, y que a corazón abierto, da el pistoletazo de salida a un viaje por el camino indeleble de los recuerdos que conforman su memoria y la de los suyos. Todo lo que fuimos está aquí y ahora; como bien dice en una de sus citas, «El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado».

Machuca nos invita a que nos sentemos con él en un patio de butacas, para adentrarnos en los tres actos que dan forma a su novela. Ha sido como ver caer tres veces el telón de una única obra de teatro. Tres finales a cuál más emotivo. Tres puntos de vista diferentes de una misma familia, que, sin embargo, no pueden entenderse por separado. Un engranaje en constante movimiento, narrado a tres voces, donde los protagonistas, a través de un monólogo interior (que va creciendo en fuerza a medida que avanzan en su soliloquio), han conseguido que esa historia, la suya propia, sea también la nuestra. Todos somos, en mayor o menor medida, Hijos del agobio. Ese último capítulo, que me ha dejado con un gran sentimiento de orfandad. Con la soledad de cuando pierdes algo que sabes que jamás vas a recuperar.

Gran novela. Me ha gustado mucho el planteamiento, abordar la historia de una familia desde tres puntos de vista que se complementan y en tres momentos históricos diferentes pero que todos juntos describen nuestra historia reciente. El tercero me ha llegado más y no sé cuánto hay de autobiográfico pero quiero pensar que mucho. Gracias por compartirlo.

He terminado tu novela. Me ha impactado, se vive, se disfruta, hace recordar y hace vibrar sensaciones. Me ha hecho recordar episodios de mi vida familiar, profesional y amistosa. Es curioso cuántas sensaciones y vivencias comunes compartimos, quizás fruto de las tendencias sociales de épocas similares.
Es una novela costumbrista, familiar, trágica a veces, con sensibilidad profunda, llamada a veces «femenina», pero que solo la practican las personas sensibles como Manuel.
Gracias por hacernos vibrar con ciertos pasajes biográficos. Ahora te comprendo, más aún, con facetas de tu personalidad. En el tercer capítulo se vive una catarsis ejemplar, revitalizadora, que, basada en el perdón, alcanza un nivel de paz único.
Gracias Manuel, por hacernos vivir tu novela. Me siento más libre. ¿Qué es la felicidad, si no nuestros recuerdos fijados en nuestra mente con grandes dosis de alegría?
Gracias, espero tu próxima novela, para llegar a ser más feliz.
Un abrazo de tu tocayo,
MM

Una historia familiar en la que nos podemos sentir reflejados y que ayuda con el ejemplo a superarnos, a comprender y a curar heridas que hacen enfermar. Muy bien escrito, recuerda a Cinco horas con Mario, de nuestro Miguel Delibes, leyéndolo imaginaba que la adaptación teatral puede ser perfectamente factible.

En esta nueva novela «TRES MUERTOS» sentí una sensación distinta a las tres anteriores. En ella me sumergí al comienzo con dificultad y al ir leyendo cada una de las historias, percibiendo las vivencias de los personajes, pude ir emanando distintas emociones.
Sentir la sensación de emendar dolores, curar heridas, encontrar calma y perdonar. Lo percibo como historia familiar real, y al comenzar con la lectura leo esa carta que no la siento dirigida al lector sino a su familia directamente; llego a esa conclusión cuando finalizo la lectura de este maravilloso y atrapador «TRES MUERTOS».
Gracias por deleitarnos con sus escritos Manuel !!!!!

Emotiva novela que nos traslada a una historia tan cercana, una novela de raíces ,de familia ?que nos hace comprender más a nuestros mayores haciéndolos más humanos y cercanos, cada uno es la suma de sus circunstancias.Para que no olvidemos nunca que el plato favorito de nuestros padres eran los huevos fritos
GRACIAS

Muchas gracias por esta novela, he disfrutado leyendo, imaginando, reflexionando e interiorizando las diferentes caras de una misma verdad y sobre el amplio concepto del Perdón.
La releeré dentro de unos años y seguramente me aporte otras pinceladas, esa es la grandeza para mí, de la literatura, que dependiendo de nuestro yo presente, leamos cosas diferentes de un mismo escrito.

Leí el libro gracias a mi amiga Elena Touriño Baliña, compañera de profesión del autor, que me lo regaló y que comparte con él su idea y lucha por lo que debe ser una farmacia. El libro me fascinó, me trasladó a la época de la abuela, me emocionó, me conmovió. Maravillosa narrativa y manera de escribir. Felicito al autor y buscaré sus novelas anteriores. Gracias a los dos, al autor y a Elena por este descubrimiento y lo que he disfrutado con el.

Muchas gracias Profe por la valentía que supone pregonar a los cuatro vientos tus sentimientos.
A pesar de ser una obra realizada por una necesidad personal del autor, para mí es una ayuda a todos para ser mejor persona.
Como curiosidad y aunque no es el objetivo del libro, acabas conociendo a toda la familia a pesar de no dar nombres de ningún familiar ( salvo en la dedicatoria)

No sólo has escrito una Novela. Es un manual inconsciente ? o no- de autoayuda,de motivación. Déjame sopesarla un rato y te digo más. Estoy aún estabilizando mi vértigo.